Muchos de los naturalistas , sobre todo los que tenemos más de cuarenta años, hemos sido niños pajareros. Nunca podré olvidar y seguramente fueron decisivas en mi definitiva vocación , mis jornadas infantiles de pajarero por los montes de mi pueblo. Sabiamos los niños de pueblo muchas cosas de las aves. Cosas que , más tarde con el estudio , han ido adquiriendo morfologia cientifica.
Y en el nido casi esquematico , una docena de palitos entrecruzados , veiamos los dos nidos blancos y trémulos.
Al dia siguiente , normalmente , ya no estaban, pese a contener la respiración y retirarse del lugar sin pronunciar una sola palabra. La madre habia abandonado la puesta , las urracas se habian comido los huevos y el desencanto infantil era mayusculo.
Lo que nosotros no sabiamos es que , tanto la facilidad para aborrecer los huevos , como lo elemental de los nidos , estaban en el fulcro de toda una estrategia de la biologia reproductora de las columbiformes , que se basa en la extraordinaria facilidad de las puestas y las crianzas repetidas . A los pocos dias de abandonar un nido , nuevo celo , nueva construcción , nueva crianza . Y asi , la tortola común ha llegado en Inglaterra a realizar cinco crias consecutivas , sacando adelante una media de diez polluelos ese año. A pesar de ser una excelente reproductora , a dia de hoy esta casi extinguida.
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